-Oye, últimamente te noto rara. ¿Te pasa algo?
+ Mmm, no.
- A mi no me engañas, venga va, dímelo.
+ Que no, que no me pasa nada.
- Que te conozco, venga suéltalo ya.
+ Está bien. Tú lo has querido. ¿Sabes lo que me pasa? Que ya no puedo más, que cada vez que me arrimo a el, una lágrima ha de caer por mi rostro, y ya estoy harta. Cada vez que intento ir hacia el, con más cariño que existe en el mundo, el lo único que sabe hacer, es no hacerme caso. Que sí, está bien que algunas veces me ponga un poco pesada. Pero necesito mimos, necesito caricias, necesito que me demuestre que me quiere, que no estuvo conmigo por estar, porque te doy pena, necesito un “te quiero” cuando haga falta, y un “No te preocupes, yo estoy aquí” cuando también haga. Necesito esos mensajes o esas llamadas, para poder escuchar su voz, necesito que me valore, necesito esas “sorpresas” que me alegran tanto el día, necesito sus besos, pero sobre todo, necesito que me quiera...
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