sábado, 7 de mayo de 2011

Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado, inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…

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